Artículo de Investigadora asociada coordinadora del proyecto GEARING ROLES (H2020), Universidad de Deusto.
Desde que comenzó la crisis del coronavirus se ha tratado de utilizar la pandemia como un argumento más de ataque al feminismo. La celebración de las masivas manifestaciones del 8 M ha sido señalada como un foco de contagio. Sin embargo, los días anteriores del decreto del estado de alarma fueron muchos los eventos masivos celebrados sin que se haya aludido a ellos como focos de propagación del virus en la misma medida, ni se haya criticado en la misma medida al Gobierno por permitir celebrarlo.
Esta utilización del discurso en contra del movimiento feminista no es nueva, especialmente desde la irrupción de la denominada “cuarta ola del feminismo” durante la segunda década del siglo XXI. Sin embargo, ante una crisis tan grave como la que plantea el COVID 19, poco se están analizando las repercusiones de género que esta pandemia está teniendo en nuestras sociedades, y las que tendrá a largo plazo.
Impacto de la enfermedad en hombres y mujeres
Revistas como The Lancet o proyectos financiados por fondos europeos como Going FWD están reclamando investigaciones detalladas de las variables sexo/género de la pandemia.
Según estos expertos de salud pública, los análisis minuciosos del impacto del virus en hombres y mujeres son “un paso fundamental para comprender los efectos primarios y secundarios de una crisis sanitaria sobre diversos individuos y comunidades, y para crear políticas e intervenciones eficaces y equitativas”. A pesar de estas reclamaciones, todavía son escasos los análisis diferenciados y estudios sobre la cuestión. Además, se ha señalado igualmente que los datos y cifras que se están proporcionando deberían estar desagregados por sexo y analizados en consecuencia.
Para tratar de paliar estas carencias, se han puesto en marcha algunas iniciativas, como la última newsletter de la Sociedad Alemana para el Género y la Salud, que ha recopilado bases de datos, información general, literatura y estadísticas sobre la crisis con el fin de analizar no sólo los aspectos biológicos de la pandemia en clave de género, sino también para proporcionar una visión general y comprensión del coronavirus COVID-19 desde la perspectiva de género.
Además de la falta de incorporación de la perspectiva de género en los datos y en los análisis del impacto de la pandemia en las personas enfermas, también es escasa la representación femenina en las instituciones que están gestionando las respuestas a la crisis, incluyendo la OMS o la Casa Blanca (NYT). Esta infrarrepresentación contrasta con la composición del personal sanitario mundial, en el que según el último informe de Global Health las mujeres suponen el 70%.
En 2017 el grupo de alto nivel de la ONU ya recomendó la inclusión de un análisis de género en las políticas de emergencia sanitaria, reconociendo el papel preponderante de la mujer en las crisis sanitarias.
Por otro lado, la falta de presencia femenina en los órganos y comités donde se diseñan las estrategias para frenar el virus tampoco se corresponde con la primera línea de la lucha contra la enfermedad, en la que las mujeres, sanitarias, limpiadoras, cajeras de supermercado, trabajadoras sociales o aquellas encargadas del cuidado de las personas mayores, están expuestas en una mayor proporción que los hombres.
Impacto laboral
Además de esta falta de incorporación de la perspectiva de género en el impacto del virus en el sector sanitario y en los pacientes, son varios los estudios que sostienen que es necesario analizar el impacto que esta crisis tendrá para las mujeres en otros ámbitos, como el laboral.
Como señalan algunos autores, en comparación con crisis económicas anteriores y situaciones de recesión, que afectaron al empleo masculino con mayor severidad que el empleo de las mujeres, la crisis económica generada por COVID 19 y la caída del empleo relacionada con las medidas de distanciamiento social tienen un gran impacto en los sectores con altas tasas de empleo femenino, como el sector servicios, la educación o el ámbito artístico y cultural.
Además, otras medidas tomadas durante esta crisis, como el cierre de escuelas y centros educativos, también tienen un gran impacto en el equilibrio entre vida y trabajo. Según este estudio, a pesar de que los hombres están mejor equipados para el teletrabajo que las mujeres, durante 2017 y 2018 los hombres dedicaron menos tiempo al teletrabajo que las mujeres.
Por tanto, ante las medidas de confinamiento, si bien es cierto que las mujeres han estado mejor posicionadas para trasladar su empleo al “teletrabajo”, han visto aumentada su carga de trabajo al asumir también las labores de cuidado de menores y su apoyo en el estudio ante el cierre de los centros educativos.
Impacto emocional
El coronavirus ha otorgado nueva urgencia a los desafíos que han enfrentado durante mucho tiempo las mujeres. Una encuesta realizada por la Kaiser Family Foundation afirma que una mayor proporción de mujeres se preocupa por las consecuencias negativas del virus y toma mayores precauciones que los hombres frente al contagio. Según los datos de este estudio, una mayor proporción de mujeres teme que ellas o alguien su familia se vea afectado por la enfermedad (68% vs. 56%, respectivamente) y muestra preocupación por perder ingresos debido al cierre del lugar de trabajo o la reducción de horas remuneradas (50% frente a 42%, respectivamente).
Hay quien intenta hacer una lectura positiva de este impacto en los roles de género, y plantea que esta situación pueda contribuir a una redistribución de las labores de cuidado y trabajo doméstico, pero no cabe duda de que lo que constata esta crisis es que es necesario seguir trabajando en el análisis y el afrontamiento de la segregación educativa que perpetúa los roles de género.
Impacto en las víctimas de violencia de género
Por último, otro gran impacto de esta crisis en la igualdad de género es sin duda el incremento de la vulnerabilidad de las víctimas de violencia de género durante el confinamiento. Este incremento ha sido constatado en anteriores pandemias por numerosos estudios que han documentado los efectos que estas crisis sanitarias tienen en las víctimas de violencia.
Las cifras del aumento de los casos de violencia doméstica, por ejemplo en España, son alarmantes (como demuestra el incremento de llamadas al 016) y evidencian la necesidad de poner en marcha mecanismos para asistir y apoyar a las mujeres más vulnerables a través de la aplicación de enfoques de género y de interseccionalidad en las políticas públicas que permita internalizar todos los impactos sociales de esta crisis que de otra forma permanecen invisibles.
Por tanto, lo que resulta necesario ante una crisis como la que nos afecta hoy con el coronavirus es diseñar estrategias de lucha conjunta y políticas públicas que garanticen la protección de toda la sociedad, incluyendo a los colectivos mas vulnerables.
El movimiento feminista, en lugar de hacer eco de acusaciones carentes de fundamento, debe enfocar sus esfuerzos en asegurar que las consecuencias de esta crisis no ahondarán en la discriminación de las mujeres, y en elevar su voz para proteger a aquellas que se ven expuestas a la desprotección, y sobre todo, a la violencia.
Fuente del artículo: The Conversation